martes, 28 de noviembre de 2017

San Clemente de Tahull



FRESCO DE SAN CLEMENTE DE TAHULL


            El ábside de San Clemente de Tahull es una pintura románica perteneciente al conjunto de la decoración mural de esta iglesia, en Lérida siglo XII. La pintura mural del ábside central forma parte del conjunto pictórico que comprende también la decoración de los arcos triunfales, la del ábside lateral, la inscripción de consagración y una ventana anterior. Actualmente se expone en el Museo Nacional del Arte de Cataluña. Este fresco cuyo autor es conocido como el Maestro de Tahull, está retocado al temple. Se divide en varios niveles:
            El primer nivel, representa el cielo delimitado, del resto de la pintura, por una bóveda semiesférica. En el se encuentra el Pantocrátor, la epifanía del Dios legislador, todopoderoso, que viene a juzgar al pueblo. Está dentro de una mandorla, alzando la mano derecha bendiciendo y en su mano izquierda sosteniendo un libro con la inscripción EGO SUM LUX MUNDI (yo soy la luz del mundo). Todo su rostro elaborado de manera simétrica con pintura plana. A su alrededor, la representación del Tetramorfos, mediante ángeles que portan símbolos de los cuatro evangelistas (San Mateo el hombre, San Lucas el toro, San Juan el águila y San Marcos el león).
            En el segundo nivel, la representación de la Virgen y los cinco Apóstoles (santo Tomás, san Bartolomé, san Juan Evangelista, Santiago y san Felipe) que simbolizan la Iglesia Universal, dando fe de Cristo. Todos ellos, colocados de manera independiente gracias a elementos arquitectónicos como una arcada, con columnas y capiteles, encima de ellos tienen una inscripción que los identifican.
            El tercer nivel apenas se conserva. Se observan elementos pertenecientes al mundo terrenal. Seguramente, determinaban unos espacios con figuras de animales y por debajo de ellos debía estar decorado con cortinajes.
            En todo el se yuxtaponen diversos estilos: bizantino por el hieratismo, simetría y rigidez de las figuras. Las figuras muestran claramente el aspecto antinaturalista de la obra. La posición en que se encuentran es estática y queda bien remarcada la frontalidad del dibujo. Además, los cuerpos muestran bastante rigidez y en algunos casos, severidad. También mozárabe por otorgar vitalidad y expresividad. El autor enfatizó los ojos y los colores de la cara. Las cejas abiertas se unen con las líneas de la nariz, que nos llevan hacia los labios, enmarcados por el bigote caído; este último, nos dirige hacia la barba que, a la vez nos lleva hacia el pelo, todo ello jugando con el dinamismo.
            Una composición geométrica y simétrica que produce sensación de ritmos.



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